miércoles, 22 de octubre de 2008

W: al fin... ¿de qué se trata? (7/10)

La nueva película de Óliver Stone, "W., es una recolección de momentos de la vida del presidente Bush. En su jornada, vemos a un hombre que se encuentra inmerso en el lustroso mundo del gobierno estadounidense y que logra, no precisamente merced a alguna habilidad particular, llegar a ser el Presidente de Estados Unidos. En el accidentado devenir del personaje que nos muestra el director, vemos cómo es influenciado por los personajes que conocemos (sus padres, su esposa, Dick, Donald, Condi...), y otros que no tanto (como el pastor protestante que lo lleva por el camino de los "cristianos nacidos de nuevo").



¿Quién es W., por lo menos para Óliver Stone? Un hombre sin una habilidad particular o rasgo de liderazgo característico. No es un Éinstein, pero tampoco es un tonto; no es Demóstenes, pero tampoco es que tartamudee al hablar. Es un ser manipulable, herramienta más o menos maleable para varios (como su padre, a quien le importa mucho el nombre de la familia; o Cheney, un reposado maníaco traumatizado con la seguridad); un hombre que a pesar de ser el gobernante de la nación más poderosa (¡qué miedo!) de la Tierra, tiene, en el fondo, el infantil sueño de ser una estrella del béisbol.




¿Cómo es la película? Regular. La caracterización que hace Josh Brolin de George W. Bush es magnífica. Por otro lado, la película aunque no aburre, no convence. ¿Por qué? Porque no es una biografía del Presidente (que era lo que yo esperaba). No nos cuenta datos relevantes de su infancia ni los hitos que forjaron su personalidad. En cambio, lo que el director busca es acercarnos al personaje real. Es decir, vemos solo algunos momentos, no los mejores ni los más representativos, de la vida de este hombre, y con ellos, el director nos invita a cambiar el concepto (muchas veces angélico o demoníaco) que de él podemos tener. Así, pues, la película no trata sobre una historia. no tiene un clímax ni hay un tema ni un desenlace. Tristemente, se dejan de lado escenas importantísimas, como el Once de Septiembre... Pero, de nuevo, de eso no se trata la película (¡qué lástima!).

Tengo para mí que el director, en el fondo, hizo una buena labor. El respeto a los personajes es notable. Ojalá fueran así los reportajes de algunos directores que lo demonizan (como Michael Moore). George W. Bush es, simplemente, un hombre común, y esto no es decepcionante., Por el contrario, queda el sabor de que cualquiera, sin necesidad de ser demasiado especial, puede llegar lejos. 7/10.

sábado, 11 de octubre de 2008

Harry el Sucio: canónica. (8/10)

Anoche, luego de unos tragos y una conversación sobre la conjetura de Riemann y el teorema de incompletitud de Gödel, regresé a mi casa, a terminar de ver "Harry el Sucio". Ya la había comenzado a ver el jueves y me había asombrado su narrativa.


La historia es simple y se entiende desde el comienzo: un policía, Harry, que aunque está siempre malhumorado, no se anda con bobadas: a los malos hay que acabarlos; no se puede dialogar con los locos. Hay un asesino, un francotirador llamado Scorpio, al que hay que atrapar. A Harry le asignan un acompañante, llamado "Chico", que será su "sidekick".

Me encantó la película por su sencillez y su falta de mojigatería. Cuenta las cosas como son, sin necesidad de rememoraciones melancólicas ni rodeos inútiles. Si Harry tiene que ir de aquí para allá, Harry lo hace. No nos lo "ponen a pensar" ni nos ocultan que se cansa y que le duele si lo patean. Harry es "el hombre" (¿y quién mejor que Clint Eastwood para representar la hombría?), que tiene problemas y líos, pero no se queja. Simplemente, hace lo que toca. Sin niñerías.


Pero en mi título digo "canónica". Ése es un adjetivo un poco fuerte. Efectivamente, "Harry el Sucio" muestra cómo hacer una película de detectives ideal. Los esquemas que usa son muy legibles. Algunos de ellos son:

  • Héroe y enemigo son cada uno una persona, no un grupo.
  • El héroe es el héroe desde el principio hasta el final.
  • El héroe nunca es débil.
  • El héroe siempre es incomprendido.
  • El sistema en el que se mueven el héroe y el villano ("el mundo") está lleno de leguleyadas e ineptitudes.
  • El malo se aprovecha, siempre, de la imperfección del sistema. Lejos de ser reactivo, el villano usa lo que está podrido para escaparse de, e incluso atacar a, el héroe.
  • El héroe tiene que ir en contra del sistema para capturar al enemigo. En otras palabras, el héroe es héroe a pesar del sistema, no gracias a él.
  • El héroe tiene un muy fuerte código moral o, mejor, un altísimo sentido de justicia. El enemigo, en cambio, está desequilibrado mentalmente.
  • El héroe y el enemigo son ambos impuros, con una impureza "chévere" e impureza "asquerosa" respectivamente.
  • Los personajes no tienen profundidad. Ni siquiera del héroe sabemos su historia con detalle. ¿Dónde vive? ¿Cómo es su casa? ¿A quien ama? No importa. No es relevante para la historia, luego no se cuenta. Si algo de esta base necesitara ser mostrado (por ejemplo, la "casa" del enemigo), es porque tiene que ver con la trama, con la cacería, no porque nos interese en algo el pasado, o incluso el presente, de nadie.
  • La historia es lineal y sin narrador. Se cuenta desde el presente. No viajamos ni al pasado ni al futuro.
  • Se trata, pues, de una curiosa historia de rebeldía de personajes fuertes, decididos y poco profundos.

Hay otra muchas, que se me quedan entre el tintero... o más bien, el teclado.

¿Por qué ponerle 8/10 si es canónica? Porque no la sentí trascendente, porque no me sentí "tocado" en mi alma, pero no es que sea esto un defecto de la película. Harry el Sucio, bien contada (como lo está), no puede ser un drama conmovedor. Tiene que ser áspera y sobria a la vez. Y así como está, está muy bien.

Tras la película, quedé preguntándome si la había visto completa, porque estaba esperando a que Harry dijera sus célebres palabras "Go ahead, make my day" (podríamos traducirla como "Hágalo, y este día será perfecto"). Vaya ingenuidad la mía. No sabía que "Harry el Sucio" había habido su secuela, y que era en una de ellas, "Impacto Profundo", en donde dice sus memorables palabras.

Dormí tranquilo esa noche. Después de elevados temas intelectuales diluidos en alcohol, era conveniente un poco de pólvora y sangre, para salir del platónico mundo de las ideas (en los que es, muchas veces, delicioso "estar").

Muy buena. No le cambiaría absolutamente nada. 8/10