jueves, 26 de noviembre de 2009

Metrópolis: ¡Moloch! 10/10



La visión que tenemos los Hombres de nuestro porvenir, cambia. Cuando se vive en un mundo cerrado, con poco o ningún acceso a la tecnología, a lo más se puede imaginar eventos relacionados con nuestro prójimo inmediato (familiares, pareja, hijos, amigos), a lo más con nuestra aldea. Cuando los medios entran, irrumpiendo la vida con su estridente carnaval de avances y tecnologías “necesarios”, es difícil, muy difícil, para las almas, no volcarse hacia ellos. Entonces nos llenamos de deseos de aventura y cambio, pero también de posesión. Una frustración interna por todo el “tiempo perdido” parece dominarnos. ¿Cómo podíamos haber vivido en estas pocilgas por tanto tiempo, cuando allá afuera está el mundo –¡ocupado, ocupado, ocupado! ¡Inventando, inventando, inventando!- con sus inefables maravillas? “Ahí mismo, al otro lado del río, hay toda clase de aparatos mágicos, mientras que nosotros seguimos viviendo como burros.” - decimos, con José Arcadio Buendía.

Tal vez sea así, pero, ¿y el amor que nos tenemos entre sí? Cuánto pasa –siempre pasa- que la tecnología, fría y acerosa, nos roba ese contacto con el mundo real, con lo humano, con los sentimientos, con la creación. Lo trueca, en cambio, por un deseo insaciable de tener, de comprender y, sobre todo, de ver y de tocar “lo de fuera”. Es sobre este postulado (tantas veces realidad) que está construida esta fábula maravillosa llamada Metrópolis.

Y... es sólo fantasía. Imaginemos un mundo dividido en dos partes. Los “de arriba” son, bueno, los de arriba. Tienen el poder, el dinero, son individualistas y no les importa la familia, y mucho menos, la comunidad social. Lo dan todo por obvio (for granted). Los de abajo, en cambio, viven en una triste y dolorosa esclavitud, pero tienen esperanza. ¿Dije que era una fantasía? ¡Se parece mucho al mundo real! ¿Y quién puede interceder entre los dos mundos sino la Virgen María… que permita que un hombre se enamore de ella y su bondad, y le llene de hambre de justicia? Pero la María verdadera habrá de ser reemplazada por Eva, la pecadora, la mujer máquina… Y el hombre, entregado a su lujuria y avaricia, le creerá a esta falsa María, quien tergiversará el mensaje de amor.




Es imposible hacerle justicia a Metrópolis. Tiene una carga de sentimientos, de sentido y de profundidad moral y religiosa, que un corto reportaje como éste no puede esbozarlo. Llena de metáforas y alusiones, Metrópolis es una imposible historia en un curiosísimo futuro donde las carreteras se comunican entre los edificios y hay telecomunicación (telepresencia), pero los coches no llegan ni siquiera a ser primitivos escarabajos Volkswagen. Un mundo en el que una máquina gigante da fuerza y energía al mundo real, pero que requiere que los humanos se comporten como puentes de sus circuitos… Y la máquina, no lo dude nadie, es el utilitarista sistema que se alimenta, como Moloch, de la sangre de los hombres.




Las actuaciones son magistrales, sobre todo la de María. Freder manifiesta con su mano en el corazón, mucho más que lo que las palabras pueden decir. Su arrolladora pasión y su extraño afán (esa curiosa manera de correr que tienen las películas antiguas…) le dan al filme un gran dinamismo. Los decorados (fondos) son espectaculares también, muy adelantados para la época.

¡Cómo ha cambiado la visión del futuro! Pero cómo sabemos dentro de nosotros, y sabremos siempre, que el mediador entre la cabeza y las manos ha de ser el corazón. 10/10

jueves, 19 de noviembre de 2009

Rodrigo D. No Futuro: Desolador (6/10)

La realidad de mi país, Colombia, es triste, tristísima. En los barrios bajos se presiente un caos parecido a un perenne ataque de pánico, donde la vida parece estar en riesgo cada segundo, y todos los que allí habitan son continuamente violentos, en un horrible unísono anímico, como lobos poseídos de un hambre de venganza. Desolador, triste, desesperanzado, "No Futuro", así es esta película.






Lastimosamente, "Rodrigo D." no desarrolla una temática interesante, que apasione al espectador. Vemos, en cambio, lo que parecen ser escenas disparejas de la vida de unos personajes en un barrio bajo a las afueras de Medellín. Y así, como un triste collage de fotos que no forman entre sí nada en común más que la tristeza que emana de todas ellas, así transcurre esta película. Saltamos de una escena a otra, vemos crimen, dolor y angustia... Y se acaba. Se abona, como digo, que retrata, de forma muy, muy fidedigna, el vivir de los adolescentes en las comunas. 6/10.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Distrito 9: Sangre negra y comida para gatos. 10/10

Este verano que ya casi se acaba vino cargado de sorpresas de varios géneros. Sin duda, una de las más innovadoras e inesperadas es Distrito 9, un filme de ciencia ficción dirigido por un muy desconocido Neill Blomkamp bajo el auspicio del famosísimo Peter Jackson; sí, el de El Señor de Los Anillos. Dice la leyenda que Jackson había visto la única medio-película de Neill, un documental de siete minutos llamado “Vivir en Joburg” (mi traducción; el título original es “Alive in Joburg”) y, fascinado por ella, le dio a Neil una enorme cantidad de dinero para que hiciera una película de larga duración basada en el corto. Tal era su confianza en la idea.

La película es muy “real” en su forma de ser contada. No vayas a verla si sabes que eres muy sensible o tienes problemas estomacales. Hay algunas escenas que son muy perturbadoras y la película es muy, muy violenta.

El racismo es evidentemente uno de sus temas principales. El director vivió en Sudáfrica y la sintió en primera persona (habíamos hablado antes de la importancia de haber “vivido el tema” en la dirección de una película cuando analizamos ¿Quieres ser Millonario?). El título de la película viene de que hubo en realidad un distrito, el Distrito 6, durante la anacrónica época del Apartheid, en el que hubo también una relocalización, así como en la película (gracias, Wikipedia).
Gracias a unos maravillosos efectos especiales –maravillosos, digo, porque no “molestan” al espectador, no parecen foráneos, no se notan-, se nos presentan unos extraterrestres feos, larguiruchos y con unos apéndices en sus bocas.



Y acá entra la primera sorpresa: la normalidad. Se trata de una ucronía. Los extraterrestres llegaron hace años, casi treinta. Como en cualquier relación, donde primero hubo sorpresa e ilusión, llegó la realidad y golpeó… y las expectativas iniciales se fueron poco a poco difuminando hasta la tercera fase: el aburrimiento. Los extraterrestres no son respetados -cosa que nunca había visto antes en otra película- Por el contrario, son molestos, muy molestos. Se les llama, despectivamente, prawns (gambas, langostinos o camarones en español). Ya todo el mundo (literalmente) está acostumbrado a esa mole extraña que flota sobre Johannesburgo… Sí, una vez era increíble, pero ahora esa nave espacial es sólo algo que tapa al sol.


Distrito 9 toma lo mejor de un modelo contemporáneo muy en boga: la telerrealidad. Lo mezcla con la ciencia ficción, pero en el presente. Se trata de un cóctel muy difícil de presentar, porque implica conocer la naturaleza humana. Puede decirse que se trata -al menos en parte- del más elaborado mockumentary (documental falso) alguna vez hecho. Las entrevistas a los personajes secundarios festonean y enriquecen el filme con humanidad, con realidad, con sentimientos “reales”. Los actores -¡enhorabuena!- no lo parecen. Veremos en sus palabras amor, compasión, miedo, avaricia… Y en muchos casos, injusticia. El director nos hace ver a nosotros mismos con sorpresa, ¡como si fuéramos extraterrestres!

El protagonista, Wikus, se presenta como un amable e inocente hombrecillo de bigote rubio, enamorado de su mujer. Tiene un modesto puesto en MNU, la multinacional que administra las relaciones entre humanos y extraterrestres. Él está a cargo, al menos nominalmente, de coordinar la migración de los extraterrestres del Distrito 9 al 10.



El director nos presenta un panorama desolador de los seres humanos. Prácticamente nadie, o muy pocos –al menos en la historia- defiende a los extraterrestre o luchan, de corazón, por un acercamiento hacia ellos. Por el contrario, vemos mucho odio en todos los entrevistados. Incluso los humanos, entre sí, son sólo cordiales y nada más. Sólo parece haber algo de amor verdadero entre Wikus y su esposa, quien lo llama algunas veces. A nadie se le ocurre, ni en sueños, tratar a los extraterrestres como algo diferente a molestas cucarachas. Tal vez, el panorama es tan frío que no parece real. En la vida real habría más compasión con ellos –eso quiero creer, por lo menos.



Los seres humanos, en el filme, somos pura avaricia. La migración parecería ser principalmente para encontrar armas y alguna pista que permita a los humanos utilizarlas. Las escenas que muestran la maldad y la sangre fría de un ejecutivo, güisqui en mano, son perturbadoras. Y ni hablar del ansia de poder del líder de venta de armas en el Distrito. Por cierto, esta mezcla de ciencia ficción con mitología y tribalismo es espectacular. Ya habíamos visto un poco de esta “influencia” de los extraterrestres en el mundo real, antes –en El Día en que la Tierra se Detuvo, por citar un ejemplo-, pero no es lo común en la ciencia ficción.

Distrito 9 es un verdadero avance en la ciencia ficción y su manera de narrar afectará sin duda a este apasionante género. No te la pierdas. 10/10




Para después de verla: El protagonista sufre en la película un lento e incompleto cambio psicológico. Inicialmente posee un menosprecio a los extraterrestres (a los que trata con cordialidad no porque en verdad esté pensando que son seres racionales o, mucho menos, sentimentales), sino más bien como una vieja costumbre para evitar confrontación. Luego de que percibe el horror de la metamorfosis y es encontrado, es víctima de la avaricia y la crueldad de MNU. Luego sufre de soledad y un profundo miedo y se ve obligado a regresar al Distrito 9 que aún odia. Hace contacto –nuevamente- con Christopher Johnson (el único extraterrestre con un nombre en la película) y, con reticencia y ante la abrumadora angustia, hace con él un pacto. Al final, sentimos en Wikus resignación. Christopher es el único que abre su corazón con una promesa: regresar. Y creemos que se cumplirá, ante nuestra natural ansia de que el amor impere.

Un par de preguntas -¿errores?:
1) ¿Por qué los extraterrestres no tomaban las armas y acababan con los humanos y su discriminación, o por lo menos salían de aquel atolladero?
2) El grupo asignado para coordinar la migración es muy pequeño para de dos millones de extraterrestres, ¿no?

domingo, 2 de agosto de 2009

Siete almas. ¿Caridad? 7/10

Resumen: Siete almas (Seven Pounds), de Will Smith, es una película ciento por ciento dramática. Desde el comienzo se nos mantiene en un estado de presión sicológica que borda en lo depresivo. Ben Thomas, durante la película, continuamente busca la manera de liberarase del inconmesurable duelo del fallecimiento de su esposa -que sabemos desde el principio. La actuación del gran Will Smith es muy buena.


La película trata de un tema: el significado de la vida. Ben está continuamente tratando de exorcisarse de sus demonios, de la culpa, de la injusticia que él ve en el fallecimiento de su mujer y, sobre todo, de la impotencia. Inicialmente la ira -una ira peor que la explosiva: irónica y premeditada- lo consume. Luego, parece darse cuenta de esto y cambia de actitud... sin dejar de sentir dolor, se acerca a algunas personas necesitadas y les "da" su vida, literalmente.

Lo importante en una vida, lo que le da motor y sentido, es la esperanza, el tener a dónde ir, una ilusión. Es verdad que Ben encuentra en el servicio a los demás el sentido, pero lo da de una manera equivocada. Es polémica, por así decirlo. 7/10

Mi comentario para después de verla está debajo de la siguiente imagen.





Mi opinión sobre la trama (para después de verla):

Me parece que lo que hizo que Ben se decidiera por su tipo de muerte no es justificado (hay como algo dentro de uno que le dice que esto está mal). A mis ojos el problema está en que para Ben la vida no tenía trascendencia -el espíritu de "Cielo o Infierno, lo mismo da, de Fito Páez-. En vez de matarse uno para que los demás tengan una mejor vida, ¿qué tal instarlos a vivir mejor, pasar más tiempo con ellos, soportarlos y servirles? Si uno se suicida para que los otros vivan, no está indicando que la vida carece de sentido?

En el caso del Cristianismo -antes de que alguien "salte"-, la cosa es distinta. Nuestro Señor dice "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". Pero dar la vida significa acompañar, servir y sufrir decididamente. "Decididamente" aquí quiere decir "Hasta dar la vida si hace falta, porque el amor vale más que la vida misma". Es decir, se ama sin límite, porque lo importante es el amor, no la comodidad.

Se me entiende mejor con un ejemplo: una madre sufre por su hijo, pero no es que sea mejor matar al hijo para que la mamá deje de sufrir. La madre sufre, pero ama y eso le da sentido a su vivir (no el tener más salud o tiempo libre). El amor que Ben les pudo dar, en vida, a sus amigos, valen más que un ojo o un corazón. Amar con locura, así lo maten a uno... Amar con locura, a pesar de que por eso lo maten a uno, ése es el Espíritu.

Un cambio en el estilo

¡Hola! Como me he dado cuenta de que lo que en verdad disfruto es hablar de una película sin restricciones de "no contar", el blog ahora cambia un poco.

Algunas entradas hablarán también de lo que sucede en la película (en el argumento, quiero decir); no serán únicamente publicidad sobre ellas. Advertiré al principio de la entrada que esto va a suceder.

Esta adición me parece, también, que hace mucho más interesante el blog. Qué mejor que poder conversar de si nos gustó o no una película, qué escena fue más divertida, interesante o conmovedora.

Las calificaciones siguen. He estado considerando quitarlas y expresar cuánto me gustó la película de otra manera, que eso de los números es para los computadores y los robots; sin embargo, también sé que es una manera directa y clara de indicar cuánto "vale la pena" en el título. Así, alguien puede: ver la calificación en el título de la entrada del blog, el "comentario neutral" y las fotos, considerar verla si desea, verla, y luego pasar de nuevo por acá a "conversar la película". Es que, usualmente, eso es lo que hacemos en la vida real con nuestros amigos. Y, como amigos, comentaré desde mi punto de vista, honestamente, en primera persona desde quien yo soy y desde lo que valoro.

sábado, 4 de julio de 2009

Terminator 2: el Juicio Final. Esa obsesión con el tiempo... 8/10

¡Qué anhelo insaciable el humano por poder volver al pasado a corregir errores! Es más fácil pedir perdón que permiso, pero luego del error hecho, ¿quién supura las heridas del alma, qué bálsamo mágico elimina para siempre todas las experiencias dolorosas y devuelve a las almas los paraísos que se dejaron de vivir? Viajar al pasado… lo hemos visto directamente en tantas películas (Supermán, Doce Monos, Volver al Futuro…) y de manera escondida (con una creatividad insospechada por parte de los guionistas y escritores) en tantas otras (como en Benjamin Button, Eterno Resplandor, Donnie Darko).


En éste clásico de los 90’s, Arnie regresa del futuro para corregir ese karma que, desde Metrópolis, nos viene a destruir con su brazo desgarrador: la tecnología. Sí, Unabomber tiene razón. El futuro, no lo dude nadie, siempre es negro, caótico, lúgubre… Sea por una burocracia insufrible (como en Brasil), una infinita loa a la pereza y al consumismo (Wall-e), un horror de superpoblación (Cuando el Destino nos Alcance), una peste (Doce Monos), en fin... No hay, o casi no hay, películas que alimenten la esperanza de un futuro donde la tecnología sea algo bueno para la Humanidad. La distopía es el común denominador en el cine de ciencia ficción. Terminator II no es la excepción.

Como decía, Arnie viene del futuro a rescatar a los humanos de la tecnología que, como en un juego cándido e insensato, marcará su inminente destrucción. Pensar demasiado está prohibido. Diseñar por diseñar es demoníaco. “Personas como usted son las que crearon la bomba de hidrógeno… ¡Ustedes no saben lo que es crear, llevar dentro de sí una vida…!”, nos dice Sarah O’Connor, la heroína (una marimacho que descubre su maternidad y su feminidad a lo largo del filme, y quien, atormentada, libera una lucha contra su propio pánico, sus propias desesperaciones… y también contra la incomprensión del mundo ante la inminente verdad que sólo ella sabe).


La película tiene una inmensa carga de fantasía: armas que aparecen por doquier y cuya munición no se acaba nunca (salvo en el momento del golpe letal), candados que se abren con una improvisada ganzúa hecha con un clip, disparos que no fallan, eventos que conducen necesariamente al único lugar en el que se podría destruir al enemigo; en fin, todo lo necesario para un “blockbuster”. Se destaca el aspecto árido, rudo –rough- de la película, mantenido en todo momento (¡muy buen trabajo!).

Así pues, Terminator
es el héroe renegado que sabe manejar cualquier aparato elecromecánico, pero que no comprende el misterio de las lágrimas. Él es el Deux ex Machina un Dios -salvador- en forma de Máquina. Arnie lo volvería a intentar luego, en la vida real, como Governator (también llamado "The Running Man"). Como sabemos, no le ha ido tan bien, tras sus consejos a los mejicanos y latinos, y tantas otras cosas.

Mi amor por el realismo o el surrealismo puros y mi desdén por los efectos especiales reforzados y la acción innecesaria me impiden darle un 10/10… Pero es una gran película. Recomendadísima.


Como devolviendo el tiempo, así me sentí ayer, tras ver nuevamente esta película… Desde entonces, cuantas experiencias, cuantos errores cometidos. Quién pudiera regresar a evitar… Pero no. No es posible. Hay que pedir perdón. 8/10.

domingo, 31 de mayo de 2009

Arriba. Un extraño canto a la senectud. 7/10

La película "Arriba" (Up), que lastimosamente no pude ver en 3-D, se divide en dos partes, cronológicamente. La primera es la realidad, con las multicolores facetas emocionales de la vida, sin duda su parte más gloriosa y emotiva. La segunda es la fantasía, y desde este punto hasta el final, se nos distrae del tren de la historia para sumergírsenos en un surrealismo un poco sin sentido. No se nos explica que esta segunda parte no ocurre en la "realidad" de la historia, sino que es una evocación onírica, pero los adultos lo entendemos claramente.



Sin tener la arrolladora fuerza de un "Cuento sobre Juguetes", ni la crítica social de un Waly, Píxar volvió a crear otra maravillosa película. En este caso, los héroes son un anciano bienintencionado y un niño oriental con ínfulas de explorador. Muchos personajes innecesarios y situaciones traídas de los cabellos dañan la humanidad de los protagonistas. 7/10

miércoles, 8 de abril de 2009

La Pasión de Cristo. Sí, apasionante (10/10)

Si hay una película con la cual podamos vincular esta temporada de Cuaresma, tiene que ser la Pasión de Cristo de Mel Gibson. Esta película, como Cristo mismo, no deja a nadie indiferente.



La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor es uno de los relatos que más influencia artística ha tenido en la Historia. Es bueno ver, en estos tiempos postconciliares, una representación tan esmerada. La película se ciñe a lo que recoge la Escritura y la Tradición, unido a los escritos de algunos santos. Uno de los aspectos más poderosos del filme es las rememoraciones de Jesús, de la Virgen María y de María Magdalena.

El que los personajes se expresen en los lenguajes originales (arameo y latín) es un gran logro, casi nunca visto. En otras representaciones semi-históricas maravillosas, como la Lista de Schindler o Caminos de Gloria, los personajes (alemanes y franceses) hablan en el omnipresente inglés. Cabe anotar, por supuesto, que prácticamente nadie habla arameo, así que no hay forma de calificar cómo lo usan en la película.


Lastimosamente, varios eventos quedaron faltando (a mi modo de ver, inexplicablemente, pues la película no es larga). El Consuelo a las Hijas de Jerusalén y la escritura de la inscripción sobre la Cruz son dos de ellos. Comparto el sentimiento de que para un no cristiano la película podría dar la impresión de que el cristianismo es una insensata glorificación del dolor, cuando es una doctrina de amor y de servicio. En otras palabras, sí, se ve hasta el cansancio el sufrimiento del Redentor, pero no se ve –para el ojo incauto – el sentido, el porqué de este sacrificio. Es perfecta para el que conoce la Historia y la Tradición. 10/10.

domingo, 8 de febrero de 2009

Un Perro de Tugurio, Millonario. Si quieres ser universal... (10/10)

“Si quieres ser universal, escribe sobre tu aldea”
León Tolstoi.


Tengo la fortuna de vivir con un compañero de cuarto (acá les llamamos roommate) nacido y creado en el sur de India. La semana pasada me contaba que había visto Slumdog Millonaire y que, si bien le había gustado, había muchas películas en India que eran mucho mejores. Me rehúso a creerlo. Puede haber muchas más que a uno le gusten, pero mejores(1), no lo creo.

Slumdog Millonaire narra la vida de Jamal Malik, un muchacho que nace en un tugurio de Mumbai y que para lograr el sueño de ver a la mujer que ama, decide participar en el concurso “¿Quién quiere ser millonario?”.


El esquema narrativo en esta película ya lo hemos visto en otras. En la vida del protagonista principal hay cuatro sucesos que acontecerán cronológicamente:

• Los eventos causales (EC)
• El momento melancólico (MM)
• El gran evento (GE)
• El desenlace (D)

Los EC corresponden al conjunto de sucesos que llevan al protagonista al MM, y que determinan uno o varios problemas a solucionar; puede ser toda una biografía. El MM es un momento que insta a la nostalgia del protagonista, a su evocación de los EC. El GE es un suceso puntual que determina la resolución de todos los problemas. El D es la celebración o el duelo por la resolución, satisfactoria o no, del GE. El MM tiene lugar muy poco tiempo, o durante, el GE. A pesar de este esquema biográfico, la manera de narrar no es lineal. Lo primero que sabemos es que el personaje principal está pasando por el MM. Desde allí se desencadenan saltos al pasado (flashbacks) que describirán los EC, cronológicamente, y que explicarán el por qué del MM y la inminencia del GE. Cuando la explicación culmina, continúa la narración en presente, y ésta se mantendrá durante el GE y el D. Un ejemplo de esto pasa en el libro "Cien Años de Soledad". Gran parte de la historia es contada desde un MM fijo: Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento, recordando ECs. Después de que nos han contado por qué lo van a matar, todo lo que le llevó allí, la historia continúa hacia el GE y el D (me abstraigo de todo lo que sucede en Cien Años de Soledad y me centro sólo en la historia de Aureliano; son múltiples las historias que se entrelazan allí.)

La variación que hace Slumdog Millonaire es sutil pero interesante: el personaje, en el MM, evoca un EC principal en el que a su vez evoca a otros EC. Es decir, Jamal "se acuerda de que se acordaba". Puntualmente (y sin dañar la película), desde su situación evoca el concurso en el que cada pregunta le hace evocar una parte de su pasado.




La película tiene un bello y triunfante colofón, que no tiene nada que ver con la historia, y que es una práctica común en el cine indio. Quienes hayan visto un poco de éste, sabrán a qué me refiero.

* * *

Lo cotidiano, lo familiar, puede ejercer un sobrecogedor encanto. No me refiero a lo que es familiar para el espectador, sino para el director. Por mucho que se estudie a una cultura, no se le puede retratar con rigor si el conductor de la obra no tiene su corazón empapado, al menos parcialmente, en la misma. Conseguiremos un sabor artificial (no digo una mala película necesariamente). Ejemplos de esto son: una fotografía y un maquillaje perfectos sobre los que se “cuelgan” unos personajes o una historia que no es coherente; el uso de las imágenes por computador para rellenar lo que le hace falta a la trama o, a veces, viles y descarnadas mentiras en nombre del “arte” o del dinero. En resumidas cuentas: la experiencia no se puede improvisar. Por mucho que te cuenten cómo fue algo, si no has vivido el contexto del suceso, no puedes en verdad saber, entender y, por ende, comunicar fielmente. Las historias del pasado que ya no vivimos los contemporáneos (es decir, del siglo XIX para atrás), están condenadas ineluctablemente a este daño. En la película que nos ocupa, es evidente que es narrada por alguien que ha vivido en la cultura india. Me rehúso a creer que Danny Boyle, el director, haya sido el artífice espiritual de la obra. Sé que bien puedo estar muy errado, pero me es fácil imaginarme a Loveleen Tandan, la co-directora, diciéndole a Danny qué y cómo hacerlo, y a este último moviendo las cámaras de manera acorde. En todo caso, Danny es británico, lo cual instantáneamente lo enlaza culturalmente con India, si bien esta liga puede ser muy tenue.

La película está llena de corazón, de honradez, de sensibilidad, de virtud y de ilusión. No falta de fantasía (aunque sí, afortunadamente, de efectos especiales), la vida de Jamal es narrada en esa realidad casi fabulosa que es India, con su cultura viva y firme, sus colores y la gente, que pulula. Un aspecto escondido, decisivo, de la película es el valor del sacrificio. En cuanto a la historia en sí, recuerda mucho a “Ciudad de Dios”.


La película muestra una India real. Barrios con kilométricos tugurios. Por esto, ha sido acusada de fomentar el “estereotipo” de la India pobre. Diré con esa frase no del todo falsa: “Los estereotipos existen porque son verdad”. Los estereotipos son hijos de la experiencia de la mayoría, y la aquiescencia, muchas veces tácita, de los afectados por ellos. Es cierto que no hay que fomentarlos. Es decir, se debe tratar a las personas con respeto y darle a todos oportunidades de acuerdo a su situación. Sin embargo, la pobreza en India es una realidad. ¿Habrá que presentarse, pues, una fantasía edulcolorada y “lo que debería ser” en vez de lo que es? ¿Por qué mentir para quedar bien, cuando la verdad es más importante que quienes la promulgan? Me extraña que, de acuerdo con Wikipedia, al filme no se le haya criticado por reforzar el estereotipo que enlaza al Islam con la violencia. Hay que dejarle de tener miedo a decir verdades, sean o no estereotipos.


En fin, queda lo que queda, y al final, esta película es una obra de arte. La recomiendo vivamente a todos. Si mi compañero de cuarto tiene razón, el cine indio es el mejor del mundo. Al final de la película dije como dice Adal Ramones, el humorista mejicano, al mofarse de las mujeres: “¿Cómo que por qué lloro, señor Terminator? Lloro… lloro porque, al final…”. 10/10

(1) La calidad en el cine, así como en cualquier arte, es algo objetivo. La defensa de este enunciado es discusión filosófica que no viene a cuento.

sábado, 24 de enero de 2009

El Curioso Caso de Benjamín Button: El tiempo al revés (8/10)

Trece es el número de Óscares a los que El Curioso Caso de Benjamín Button (The Curious Case of Benjamin Button) fue nominada. Al enterarme decidí verla y dejar en espera otras nominadas como Slumdog Millonaire, El Luchador y Milk. El resultado fue satisfactorio.


Esta película está entre las de un grupo que podríamos denominar ‘realismo mágico’ cinematográfico. La acción tiene lugar en un periodo de tiempo tan largo como el de la vida de una persona, y para indicarnos en qué época estamos se nos muestran momentos memorables de la Historia de manera casi fetichista. Por ejemplo: en un televisor salen Los Beatles cantando, para indicarnos que estamos en los 60’s; al estar en un bote se ve a lo lejos el despegue de un cohete y ya sabemos que estamos en la Guerra Fría, etc. Forrest Gump es el ejemplo por antonomasia de este género, y El Gran Pez y la película que nos ocupa heredan su método. Cabe anotar que este género no es el mismo género épico (o narración histórica) al que podrían pertenecer Gladiador, Cleopatra y El Puente sobre el Río Kwai, pues en aquél no se busca en ningún modo generar nostalgia y en éste sí, y fundamentalmente. Otra característica del género es que aunque se narra una biografía con pretensiones realistas, una rimbombante fantasía lo penetra todo.


El filme comienza en tiempos contemporáneos, en una nívea habitación de hospital. Como en Titanic, el deseo que tiene una anciana de rememorar el pasado da pie a la historia. El personaje epónimo nace, en la película, el día del final de la Gran Guerra. Su apariencia exterior es la de un hombre anciano. Con el paso de los años, irá en un curioso viaje en retroceso por la vida, de la senectud a la juventud. Sin adentrarse en tecnicismos fisiológicos, ni tampoco recurrir a la filosofía, la película nos muestra las partes de los sufrimientos y aventuras que son memorables para el protagonista. Periódicamente volveremos al lugar desde donde la historia es narrada.


Brad Pitt está nominado al Óscar a mejor actor por su actuación protagónica. A mí me convenció, pero no se me hizo magnífica. Sin embargo, no lo puedo condenar. ¿Cómo representar un papel cuando no existen en la vida real casos similares? ¿Qué paralelo puede hacerse? Benjamín, en general, es representado como un hombre sereno y cauteloso (y esto me pareció bastante prudente). Brad Pitt es un actor muy versátil. Ya lo habíamos visto antes en papeles muy agresivos (recuérdese Cerdos y Diamantes, Doce Monos y El Club de la Pelea, esta última también dirigida por Fincher), y ahora hace uno de sus papeles más suaves (tipo Siete Años en el Tíbet o Conoces a Joe Black).

Los otros actores hacen buenos papeles. Se destaca Cate Blanchett, increíblemente grácil, con una belleza delicada y unos ojos claros inolvidables. El vestuario y los decorados son magníficos. El maquillaje y los efecto especiales, principalmente de envejecimiento de Brad Pitt, están sumamente bien logrados. Las nominaciones son justas, en suma.



La película daba para más cuestionamientos filosóficos. ¿Cuál es el sentido de la vida, y el de una vida así? ¿Qué sentía el protagonista al ver la muerte en sus protectores de la infancia? ¿Qué opina del evidente paralelo entre la infancia y la senectud? Estas preguntas nunca se nos son respondidas. Evidentemente, no es la intención del director ni del guionista mostrar lo que él piensa… pero hubiera sido bueno haber hecho algo más profesional, más profundo, y no habernos dejado con gotitas de historia. Si bien este es mi mayor “pero”, también quedé con la impresión de que las últimas escenas que vemos de Benjamín parecen narradas con afán, como si el guionista no supiera muy bien cómo concluir.

El Curioso Caso de Benjamín Button no es una afrenta a la realidad. Si se pone uno a pensarlo, una vida así sería una pesadilla: ¿qué sentido tendría llegar a la juventud con el cansancio de la experiencia? ¿Y qué sentido la vejez sin los recuerdos? Al final, todos somos como Benjamín: la vida, que va en férrea obstinación hacia delante, sólo se puede analizar hacia atrás. 8/10

jueves, 22 de enero de 2009

La Regla del Juego: el espíritu aristocrático (8/10)

Cuanto más se tiene, más se desea. Los que tienen todo, o por lo menos, mucho más que lo que necesitan, los ricos, lo saben bien. La Regla del Juego es un relato, no se entiende muy bien si en broma o en serio, sobre los aristócratas.


La película nos sumerge desde el principio en el barroco mundo de estos curiosos seres. Los miembros de la alta sociedad son como mariposas que se posan ora aquí, ora allá, que vuelan de acuerdo a sus caprichos, que no atienden sino a éstos, y que no conocen el sentido de la palabra trascendencia. La Francia del '39 aún no sabía lo que se vendría en unos cuantos meses, aunque, indudablemente, sí que tenía claro que cosas muy raras y tenebrosas pasaban en su vecino del este. Quizá bajo ese espíritu de horror tácito pero inminente es que los ricos de entonces derrochaban sus fortunas. No había tiempo para la planeación, y solo el presente importaba. Esta actitud se puede ver en otras películas relacionadas con la Segunda Guerra Mundial: en El Hundimiento la vemos en el carácter de Eva Braun; en la horripilante Salò o los 120 Días de Sodoma la vemos en los aristócratas, por citar sólo un par de ejemplos.

Pero, ¿qué es "La Regla del Juego"? ¿De qué se trata y por qué algunos cinéfilos la consideran como una de las mejores películas alguna vez hechas? No es un drama en el estricto sentido de la palabra, porque hay momentos de humor puro y hasta persecuciones con sabor chaplinesco. No es una comedia pura por varias razones, una de ellas que hay escenas que motivan a una inicial controversia, cuando no a una introspección. Tampoco es un romance, aunque el amor (o la malograda idea que los personajes tienen de él) es pieza fundamental del armazón que es la trama. La regla del Juego es todo esto: es un drama-comedia-romance sobre las emociones humanas. ¿Por qué es considerada una de las mejores películas de la Historia? Honestamente, no lo sé. Con respecto al guión y a la puesta en escena, me gustó, pero no me intrigué ni sentí grandes emociones en ningún momento. Cabe anotar que necesité ir anotando los nombres en un cuaderno, pues más que un triángulo, es un polígono amoroso, y todos los personajes principales tienen parte en él.


Esta película tiene un sabor similar que “El Gran Gatsby” o los cuentos de Saki. En efecto, se destaca en ella la precisión para describir a los aristócratas, aunque se percibe también una lenta e interesante evolución en su comportamiento. Inicialmente parecen amarse unos a otros. Al final, ya nada importa: son tan volátiles como una veleta. Que así dicen “te amo” como “¿cómo te llamas?”, y dicen “esto es lo último de mi colección de antigüedades”, como “pásame la sal”. Ni siquiera los miembros de la servidumbre se salvan. Ellos se ponen a la altura de sus amos, dándose un valor aquellos, en cuanto a éstos. Las actuaciones son muy buenas, y algunas (como la de Octave) se destacan entre las demás. Como en Amarcord (aunque no tan “descaradamente”), el protagonista de la historia es la comunidad en sí, no uno en particular.




Al final de la película queda el sabor de que sólo los que luchan por lo que aman, los honestos, terminaran mal; de que la regla del juego de la vida es "dejad hacer, dejad pasar". Mas no es así: para un aristócrata, la vida es un insoportable y solitario sinsentido, un turbulento remolino en el que hay que agarrar desesperadamente lo que se pueda, sin temor a pisotear a quien fuere necesario. Para las almas reposadas (que pueden tener o no mucho dinero), la vida es un suave río en el que, como pacífico cardumen, sufren y gozan. Ya han descubierto el secreto que los aristócratas no saben: es imposible no sufrir y es insufrible no servir.

Un par de notas interesantes: esta película fue presentada en una versión más corta a instancias del mismo director. A finales de los 50s, el resto fue recuperado y la película completa, veinticinco minutos más larga, pudo ser mostrada al público. Por otra parte, el director, Jean Renoir (quien también actúa como Octave), era hijo de Pierre-Auguste Renoir, el famoso pintor impresionista. 8/10

jueves, 15 de enero de 2009

El Hombre Elefante: ¿Dónde estabas, David Lynch? (9/10)

Miente el que dice que no se fija en lo exterior. Miente, porque los hombres somos unidad, y nuestra apreciación estética no puede obviar partes. Lo interno y lo externo influyen en nuestra percepción, siempre íntegra, de la realidad. El mundo moderno trata de separar las dos cosas, con formularios sin foto ni edad, e instándonos a que nos enfoquemos en "la utilidad"... Como si los seres humanos fuéramos objetos. Pero no, no es posible. El aprecio a lo exterior está inmerso en nuestra alma, en nuestra condición humana.

Es cierto, también, que cada ser humano es bello de por sí, y que lo que al porte le falta lo puede rellenar (y a veces, en sumo grado), la gracia, la virtud, la belleza interior. El Hombre Elefante trata de la historia de una persona supremamente deforme que existió, sí, en la vida real. Su nombre, Joseph Merrick (llamado John Merrick en la película), quedó inseparablemente atado a su enfermedad, el síndrome de Proteus.



Con la actuación de Anthony Hopkins como el Dr. Treves, John Hurt como Merrick y la dirección de David Lynch, la película, que es en blanco y negro, no podía ser mala. En efecto, tiene momentos brillantes, trascendentales, mágicos. Se queda sin embargo, con el sabor de que los personajes no resolvieron sus inquietudes. En otras palabras, sentí uno que otro cabo sueltos. Por ejemplo (y sin dar ninguna pista ni "spoiler"): uno de los asuntos fundamentales de la película es la duda moral que asalta al Dr. Treves. De hecho, se ve plasmada en varios momentos (el encuentro con Bytes y cuando es sorprendido en la noche). Tristemente, la duda no se soluciona. ¿Treves queda satisfecho o no con su comportamiento? Qué linda hubiera sido una resolución.


Qué gusto es poder ver una historia como ésta: directa, clara, sin rememoraciones, sin personajes superfluos, comprensible por todos. Y el director es... ¿David Lynch? ¿El mismo de esos laberintos insoportables como "Cabeza borradora" y "El Camino de los Sueños"? ¿Tuvo en 1980 una efímera lucidez? Eso pareciera. La belleza que no tiene John Merrick sí que la tiene su película. 9/10