miércoles, 26 de agosto de 2009

Distrito 9: Sangre negra y comida para gatos. 10/10

Este verano que ya casi se acaba vino cargado de sorpresas de varios géneros. Sin duda, una de las más innovadoras e inesperadas es Distrito 9, un filme de ciencia ficción dirigido por un muy desconocido Neill Blomkamp bajo el auspicio del famosísimo Peter Jackson; sí, el de El Señor de Los Anillos. Dice la leyenda que Jackson había visto la única medio-película de Neill, un documental de siete minutos llamado “Vivir en Joburg” (mi traducción; el título original es “Alive in Joburg”) y, fascinado por ella, le dio a Neil una enorme cantidad de dinero para que hiciera una película de larga duración basada en el corto. Tal era su confianza en la idea.

La película es muy “real” en su forma de ser contada. No vayas a verla si sabes que eres muy sensible o tienes problemas estomacales. Hay algunas escenas que son muy perturbadoras y la película es muy, muy violenta.

El racismo es evidentemente uno de sus temas principales. El director vivió en Sudáfrica y la sintió en primera persona (habíamos hablado antes de la importancia de haber “vivido el tema” en la dirección de una película cuando analizamos ¿Quieres ser Millonario?). El título de la película viene de que hubo en realidad un distrito, el Distrito 6, durante la anacrónica época del Apartheid, en el que hubo también una relocalización, así como en la película (gracias, Wikipedia).
Gracias a unos maravillosos efectos especiales –maravillosos, digo, porque no “molestan” al espectador, no parecen foráneos, no se notan-, se nos presentan unos extraterrestres feos, larguiruchos y con unos apéndices en sus bocas.



Y acá entra la primera sorpresa: la normalidad. Se trata de una ucronía. Los extraterrestres llegaron hace años, casi treinta. Como en cualquier relación, donde primero hubo sorpresa e ilusión, llegó la realidad y golpeó… y las expectativas iniciales se fueron poco a poco difuminando hasta la tercera fase: el aburrimiento. Los extraterrestres no son respetados -cosa que nunca había visto antes en otra película- Por el contrario, son molestos, muy molestos. Se les llama, despectivamente, prawns (gambas, langostinos o camarones en español). Ya todo el mundo (literalmente) está acostumbrado a esa mole extraña que flota sobre Johannesburgo… Sí, una vez era increíble, pero ahora esa nave espacial es sólo algo que tapa al sol.


Distrito 9 toma lo mejor de un modelo contemporáneo muy en boga: la telerrealidad. Lo mezcla con la ciencia ficción, pero en el presente. Se trata de un cóctel muy difícil de presentar, porque implica conocer la naturaleza humana. Puede decirse que se trata -al menos en parte- del más elaborado mockumentary (documental falso) alguna vez hecho. Las entrevistas a los personajes secundarios festonean y enriquecen el filme con humanidad, con realidad, con sentimientos “reales”. Los actores -¡enhorabuena!- no lo parecen. Veremos en sus palabras amor, compasión, miedo, avaricia… Y en muchos casos, injusticia. El director nos hace ver a nosotros mismos con sorpresa, ¡como si fuéramos extraterrestres!

El protagonista, Wikus, se presenta como un amable e inocente hombrecillo de bigote rubio, enamorado de su mujer. Tiene un modesto puesto en MNU, la multinacional que administra las relaciones entre humanos y extraterrestres. Él está a cargo, al menos nominalmente, de coordinar la migración de los extraterrestres del Distrito 9 al 10.



El director nos presenta un panorama desolador de los seres humanos. Prácticamente nadie, o muy pocos –al menos en la historia- defiende a los extraterrestre o luchan, de corazón, por un acercamiento hacia ellos. Por el contrario, vemos mucho odio en todos los entrevistados. Incluso los humanos, entre sí, son sólo cordiales y nada más. Sólo parece haber algo de amor verdadero entre Wikus y su esposa, quien lo llama algunas veces. A nadie se le ocurre, ni en sueños, tratar a los extraterrestres como algo diferente a molestas cucarachas. Tal vez, el panorama es tan frío que no parece real. En la vida real habría más compasión con ellos –eso quiero creer, por lo menos.



Los seres humanos, en el filme, somos pura avaricia. La migración parecería ser principalmente para encontrar armas y alguna pista que permita a los humanos utilizarlas. Las escenas que muestran la maldad y la sangre fría de un ejecutivo, güisqui en mano, son perturbadoras. Y ni hablar del ansia de poder del líder de venta de armas en el Distrito. Por cierto, esta mezcla de ciencia ficción con mitología y tribalismo es espectacular. Ya habíamos visto un poco de esta “influencia” de los extraterrestres en el mundo real, antes –en El Día en que la Tierra se Detuvo, por citar un ejemplo-, pero no es lo común en la ciencia ficción.

Distrito 9 es un verdadero avance en la ciencia ficción y su manera de narrar afectará sin duda a este apasionante género. No te la pierdas. 10/10




Para después de verla: El protagonista sufre en la película un lento e incompleto cambio psicológico. Inicialmente posee un menosprecio a los extraterrestres (a los que trata con cordialidad no porque en verdad esté pensando que son seres racionales o, mucho menos, sentimentales), sino más bien como una vieja costumbre para evitar confrontación. Luego de que percibe el horror de la metamorfosis y es encontrado, es víctima de la avaricia y la crueldad de MNU. Luego sufre de soledad y un profundo miedo y se ve obligado a regresar al Distrito 9 que aún odia. Hace contacto –nuevamente- con Christopher Johnson (el único extraterrestre con un nombre en la película) y, con reticencia y ante la abrumadora angustia, hace con él un pacto. Al final, sentimos en Wikus resignación. Christopher es el único que abre su corazón con una promesa: regresar. Y creemos que se cumplirá, ante nuestra natural ansia de que el amor impere.

Un par de preguntas -¿errores?:
1) ¿Por qué los extraterrestres no tomaban las armas y acababan con los humanos y su discriminación, o por lo menos salían de aquel atolladero?
2) El grupo asignado para coordinar la migración es muy pequeño para de dos millones de extraterrestres, ¿no?

domingo, 2 de agosto de 2009

Siete almas. ¿Caridad? 7/10

Resumen: Siete almas (Seven Pounds), de Will Smith, es una película ciento por ciento dramática. Desde el comienzo se nos mantiene en un estado de presión sicológica que borda en lo depresivo. Ben Thomas, durante la película, continuamente busca la manera de liberarase del inconmesurable duelo del fallecimiento de su esposa -que sabemos desde el principio. La actuación del gran Will Smith es muy buena.


La película trata de un tema: el significado de la vida. Ben está continuamente tratando de exorcisarse de sus demonios, de la culpa, de la injusticia que él ve en el fallecimiento de su mujer y, sobre todo, de la impotencia. Inicialmente la ira -una ira peor que la explosiva: irónica y premeditada- lo consume. Luego, parece darse cuenta de esto y cambia de actitud... sin dejar de sentir dolor, se acerca a algunas personas necesitadas y les "da" su vida, literalmente.

Lo importante en una vida, lo que le da motor y sentido, es la esperanza, el tener a dónde ir, una ilusión. Es verdad que Ben encuentra en el servicio a los demás el sentido, pero lo da de una manera equivocada. Es polémica, por así decirlo. 7/10

Mi comentario para después de verla está debajo de la siguiente imagen.





Mi opinión sobre la trama (para después de verla):

Me parece que lo que hizo que Ben se decidiera por su tipo de muerte no es justificado (hay como algo dentro de uno que le dice que esto está mal). A mis ojos el problema está en que para Ben la vida no tenía trascendencia -el espíritu de "Cielo o Infierno, lo mismo da, de Fito Páez-. En vez de matarse uno para que los demás tengan una mejor vida, ¿qué tal instarlos a vivir mejor, pasar más tiempo con ellos, soportarlos y servirles? Si uno se suicida para que los otros vivan, no está indicando que la vida carece de sentido?

En el caso del Cristianismo -antes de que alguien "salte"-, la cosa es distinta. Nuestro Señor dice "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". Pero dar la vida significa acompañar, servir y sufrir decididamente. "Decididamente" aquí quiere decir "Hasta dar la vida si hace falta, porque el amor vale más que la vida misma". Es decir, se ama sin límite, porque lo importante es el amor, no la comodidad.

Se me entiende mejor con un ejemplo: una madre sufre por su hijo, pero no es que sea mejor matar al hijo para que la mamá deje de sufrir. La madre sufre, pero ama y eso le da sentido a su vivir (no el tener más salud o tiempo libre). El amor que Ben les pudo dar, en vida, a sus amigos, valen más que un ojo o un corazón. Amar con locura, así lo maten a uno... Amar con locura, a pesar de que por eso lo maten a uno, ése es el Espíritu.

Un cambio en el estilo

¡Hola! Como me he dado cuenta de que lo que en verdad disfruto es hablar de una película sin restricciones de "no contar", el blog ahora cambia un poco.

Algunas entradas hablarán también de lo que sucede en la película (en el argumento, quiero decir); no serán únicamente publicidad sobre ellas. Advertiré al principio de la entrada que esto va a suceder.

Esta adición me parece, también, que hace mucho más interesante el blog. Qué mejor que poder conversar de si nos gustó o no una película, qué escena fue más divertida, interesante o conmovedora.

Las calificaciones siguen. He estado considerando quitarlas y expresar cuánto me gustó la película de otra manera, que eso de los números es para los computadores y los robots; sin embargo, también sé que es una manera directa y clara de indicar cuánto "vale la pena" en el título. Así, alguien puede: ver la calificación en el título de la entrada del blog, el "comentario neutral" y las fotos, considerar verla si desea, verla, y luego pasar de nuevo por acá a "conversar la película". Es que, usualmente, eso es lo que hacemos en la vida real con nuestros amigos. Y, como amigos, comentaré desde mi punto de vista, honestamente, en primera persona desde quien yo soy y desde lo que valoro.