domingo, 31 de enero de 2010

Network (1976): ¡Que pase el amante! 9/10

¡¡ESTOY FURIOSO, Y YA NO AGUANTO MÁS!!

Comencemos por el principio: Network es una obra de arte, pero no es gloriosa. Como una lóbrega pintura de Goya, como un réquiem oscuro, como un amargo y desesperanzador Apocalipsis, Network es, por antonomasia, la película profética sobre ese monstruo que nos ha comido el tiempo, los pensamientos, las ilusiones –la vida, en suma- a los habitantes de este planeta las últimas tres generaciones: la televisión.

Ambientada en lo que era el presente del 76, narra los entresijos sicológicos de los encargados y ejecutivos de una ficticia cadena de televisión: UBS (que, ya veremos, es lo único que tiene de ficticio). El presentador de las -otrora- aburridas noticias vespertinas, un hombre de avanzada edad llamado Howard Beale, va a ser retirado de su puesto. El motivo es -¿cuál otro puede ser?- bajo rating. Este hombre, que ha entregado su alma a los medios por más de veinticinco años, ve con tal desesperación este anuncio que decide suicidarse. Narra su triste plan, volarse la tapa de los sesos en dos semanas, nada menos que en plena emisión de su noticiero, en vivo, con varios millones de estadounidenses viéndolo, sedados por el aburrimiento.



Por Dios: ¡ustedes son reales y nosotros la ilusión!

La reacción que nuestra humanidad –espero- tendría, de aconsejar al hombre a que reconsidere su inocuo proceder, es la que no aparece. No. Las almas de los directores, productores, guionistas y, sobre todo, de los empresarios y hombres de negocios que administran esta (y cualquiera) empresa de la comunicación, es visceral y rastrera. Aferrados al dinero, arrastrándose en el lodazal de Mammon, aprovechan las mundanas consecuencias del espectáculo causado por tan inusitada declaración -¡más espectadores, más share!- y promueven que el pobre Beale se desahogue ante la injusticia, ahora en un tono profético y sensacionalista, del mundo de la televisión, que tan bien conoce. Le dan, pues, su propio espacio y hacen del antiguo noticiero un circo, con lectura de cartas, opinómetro, chismes y todo lo demás . Esta artimaña habrá de ser orquestada por una maquiavélica Eva, llamada Diana Christensen, que no tiene más objetivos en la vida, según ella misma, que un 30% de share y un 20% de rating.

¿A cuántas cadenas retransmitimos? (...) ¡Hemos encontrado oro!

Semejante vislumbramiento de lo que es el mundo actual tenía originalmente pretensiones de comedia. Digo tenía porque el espectador de inicios de este siglo ve como se han cumplido todas las ocurrencias de esta manada de lobos que son los hombres de los medios. Lumet, el director -sí, el mismo de Doce Hombres en Pugna- nos lo dice de muchas maneras en la versión comentada –que recomiendo tanto como la película original. Dice, por ejemplo: “los noticieros son un espectáculo”. Y amplío yo: “sí: siempre terminan con unas notas cómicas e inanes: la sección de farándula. ¿Y que murió un hombre? Vale tanto como que hayan muerto mil, o como que hubiera perdido Millonarios y ganado Nacional, o como que hubiera habido un terremoto en Rodesia y una guerra en Beirut. ¿Y al final, qué más importan las noticias? Déjame ver mis Simpsons, mi Betty la fea, mi concurso”.

Network fue nominada nada menos que a diez Óscares y está inmejorablemente actuada, ausente de música –ni siquiera en esto hay misericordia-. Primeramente, el maestro, el protagonista de la película, Peter Finch, deja la vida entera en cada una de las escenas en las que aparece. Habría de morir poco tiempo después de acabada la película; su Óscar fue póstumo. Faye Dunaway, que también ganó un Óscar, representa a la perfección al ser ideal neoyorquino: desprovisto de sentimientos e incapaz de dar amor, que vive sólo para su trabajo, “siete por veinticuatro”. Robert Duvall, el abogado del Padrino, actúa magistralmente como el seducido por el poder. Ned Beatty, quien también fue nominado, representa al Mundo -sí, al enemigo del alma- como nadie nunca lo habría hecho. Y este enemigo contaminará a todos, incluso a supuestos terroristas y enemigos del estado. Sólo la pareja Schumacher –William Holden y Beatrice Straight- parecerán tener un vulnerable corazón.

El mundo... es un negocio, señor Beale.

Tú eres la televisión encarnada. Todo al tocarlo, lo destruyes. Pero a mí no me destruirás.

Estoy herida, ¿no lo entiendes? Muy herida.

En resumen, Network es un drama perfecto con un mensaje clarísimo: la televisión es un monstruo. ¿Qué digo? No es una película; es una profecía. 9/10